Desde el año 2020, a raíz del confinamiento causado por la Pandemia sanitaria, las cifras oficiales registran un incremento alarmante en los casos de abuso sexual infantil, que se vuelven mucho más complejo cuando se trata de un menor de edad como agresor. Las diferentes noticias sobre violaciones, asesinatos y maltratos en contra de niños, niñas y adolescentes son cada vez más impactantes.

Cuando el perpetrador está en la familia y es un menor

En la mayoría de los casos de abuso sexual infantil el victimario es siempre una persona cercana al entorno del menor – abuelos, tíos, primos, padres, padrastros, profesores y hasta miembros de iglesias – y recientemente, se han visto más casos en que el agresor ha sido otro menor de edad, descartando la idea de que el perfil del agresor siempre es un adulto.

En Venezuela, las cifras oficiales contabilizan hasta octubre de 2022, 1.024 casos de abuso sexual infantil en todo el país, un promedio de 102 abusos por mes, y entre tres o cuatro casos por día, mostrando un incremento en un 27,08%. El ingreso de pacientes para atención psicológica por violencia sexual aumentó 91% desde 2018 hasta 2021.

Además de afectar a nivel físico, psicológico y emocional, también, es determinante en la salud mental de la víctima, cuando se entredice su credibilidad y la actuación de los padres en el caso. 

Igualmente, se complica cuando intervienen ciertas variables en el abuso, como por ejemplo:

Ser abusado de forma reiterada

Ser abusado por un miembro de la familia

Cuando un menor es el agresor, se estima que intervienen otros factores como causales de estos delitos:

• La presión social por la iniciación sexual
• La influencia del alcohol y las drogas
• La falta de educación

En la mayoría de los casos en que el adolescente es un agresor, estos han sido víctima de abusos, y al no tener un tratamiento adecuado, tienen mayor probabilidad de ser abusadores sexuales. Hay otro aspecto fundamental que se genera en los casos en donde el adolescente agresor no tiene antecedentes de abuso, y es el problema del control de los impulsos que lo lleva a abusar.

Existen múltiples señales de alerta a las que los padres deben estar atentos. Cada niño, niña y adolescente es distinto y estas pueden variar, sin embargo, todo comportamiento atípico en un niño hay que prestarle atención. También es importante evitar que los adolescentes se les transfiera funciones de cuidadores, a su edad no están en capacidad de asumir esas responsabilidades.

En cuanto al entorno debemos estar atento a las excesivas muestras de cariño de un adulto o de un adolescente hacia un menor, que no son normales.

Para reducir los abusos a menores es importante reducir la impunidad. En el caso de los adolescentes como agresores, hay un procedimiento especial con unas garantías especiales por tratarse de un menor de edad. En este caso se habla de medidas socioeducativas, dependiendo siempre de la magnitud del abuso.

Es importante hacer un plan individual en cada caso, porque un menor de edad que comete un delito debe ser sancionado, pero si se analiza bien, probablemente a ese adolescente agresor o delincuente, siendo niño, nadie lo protegió. Probablemente, vivió en un contexto de violencia que la normalizó como una forma de relación, y en esos términos, la sociedad, la familia y el propio Estado fallaron en proteger y garantizar sus derechos.

Debemos creerles a los niños y combatir la desinformación

Antes de la pandemia, este delito ocurría con mayor frecuencia en:

• Períodos vacacionales – carnavales, semana santa-
• Navidad
• Verano

El confinamiento y al inicio de la diáspora, cuando muchos padres dejaron sus hijos al cuidado de otras personas, aumentaron todos los factores detonantes para que se produzca un abuso sexual en menores. 

Cada 19 de noviembre, Día Mundial para la prevención del abuso contra los niños y las niñas, se crean campañas para concientizar a la población sobre el abuso.

Debemos enfatizar no solo en las campañas de los niños no se tocan, sino también hay que desarrollar otras en que se promueva creerle a los niños cuando hablan de abusos sexuales y demostrarles apoyo. Una vez que el niño, niña o adolescente abusado se expresa, el segundo paso es denunciar el hecho y llevarlo al médico para que reciba atención y ayuda psicológica inmediata.

Desde el hogar, los padres pueden educar y hablarles a los niños sobre el abuso sexual, de acuerdo con su edad, es una forma de prevenir, explicándoles que ningún adulto le puede tocar sus partes íntimas. También existen entes que dedican todo su esfuerzo a enseñar a los niños sobre el abuso sexual, como por ejemplo:

• Quién puede tocar y quién no puede tocar su cuerpo
• Aprendan a descubrir quién es su amigo su o persona de confianza
• Con quién puede hablar
• Quién es un posible agresor o persona que puede estar haciéndole daño

De esta forma se crean espacios de confianza con los niños y se logra el objetivo principal de prevenir cualquier abuso, o problema al que esté expuesto el menor, además de crear concientización o sensibilización para la protección de la infancia.