Cambio de sistema para evitar la suspensión de juicios de abuso sexual

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Cambio de sistema para evitar la suspensión de juicios de abuso sexual

Los procesos judiciales sobre abuso sexual infantil cuando no acaban en desistimiento por falta de prueba, llegan a ser largos y dolorosos donde las víctimas se exponen de forma repetida a revivir el suceso, al obligarlos a dar reiterados testimonios de la experiencia traumática. Por estas razones, y en aras de brindar atención integral a las niñas, niños y adolescentes, existe la iniciativa de establecer nuevos modelos que mejoren el trato hacia la víctima y la familia.

Cambio de sistema para acelerar los procesos judiciales

Cuando en el proceso judicial se carece de pruebas físicas sobre el suceso traumático, y solo se tiene el testimonio del menor, se expone a la víctima a relatar el mismo testimonio de forma repetida. Este tipo de proceso puede durar años y el testimonio puede darse inicialmente cuando el niño tenía 6 o 7 años y volver a contarlo cuando es adolescente, en el momento que se celebra el juicio.

Además, se estima que el 70% de los casos denunciados no llegan a juicio por falta de pruebas, el paso del tiempo, el crecimiento del menor, pueden variar el testimonio y desviar un poco el testimonio original.

Las múltiples declaraciones a diferentes organismos, somete al menor a una victimización secundaria, reviviendo el abuso una y otra vez. Esto trae como consecuencia que las familias deciden no someter al menor a este proceso y no hacen la denuncia correspondiente, para no someter a sus hijos a un proceso largo y doloroso.

En la búsqueda de ofrecer justicia y crear un sistema sólido que ofrezca protección al menor, muchos países han propuesto el cambio de sistema o modelo establecido, por el Barnahus, que significa la casa de los niños, donde se crea un entorno amigable y seguro para que los niños puedan sanar y entre otras cosas, dar cualquier declaración judicial dentro de la protección que esta casa les ofrece.

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Una casa que protege al menor

Este modelo islandés ha dado sus frutos en cuanto a establecer una atención integral para niños y niñas que han sufrido de violencia sexual. Su éxito ha sido tal, que otros países de Europa han comenzado a implementarlo logrando duplicar el número de enjuiciamiento y condenas en casos de abuso.

Barnahus le ofrece al menor un centro en el que no tenga que desplazarse a varios lugares, ni mucho menos repetir la historia repetidas veces. En lugar de ir a la comisaría, el menor acude a esta casa, y se le realiza una entrevista forense grabada y todos los actores involucrados a través de un circuito cerrado la observan y en el caso de un juicio, está se usa como una prueba preconstituida como evidencia.

El modelo contribuye a la agilización de los procesos judiciales, al mismo tiempo que incrementa el número de arrestos y enjuiciamientos, creando la confianza necesaria para que más familias denuncien sobre estos casos. En especial, también ayuda a la reducción de la victimización secundaria y mejora el trato hacia el niño, niña y adolescente y su familia.

En opinión del fundador del método Barnahus, Bragi Gudbrandsson, al crear un ambiente amable para los menores se transmite el mensaje de que su voz realmente importa. La esencia de este modelo es escuchar al menor.

Asimismo, el menor también tiene acceso a una serie de especialistas multidisciplinarios, que ayudarán a la víctima a sobrellevar el trauma. Barnahaus funciona como una unidad, donde múltiples especialistas y autoridades judiciales trabajan de forma coordinada para generar un entorno lo suficientemente amigable que el menor se sienta protegido.

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Proteger a los niños de la violencia

La actividad en los centros inició en la década de los 80, en contra de la violencia infantil. El centro más grande ubicado en Estocolmo atiende unos 300 casos al año. Algunas veces estos abusos o la violencia son solo unas sospechas, y ahí es donde radica la importancia de los maestros de escuela.

Cuando un profesor sospecha que un niño está viviendo una situación de violencia o abusos en casa, lo lleva junto a trabajador social al Barnahus, sin el conocimiento de sus padres. Los padres son llevados a la comisaría sobre la situación. Todos los casos que asisten a la casa de los niños son de violencia física.

Los espacios donde los niños menores de 15 años son interrogados son amigables, para que no se sientan en peligro, y solo lo hacen una vez. Se han visto casos de niños demasiados pequeños para contar su historia, sin embargo, cuando un médico constata alguna lesión, puede ser un motivo suficiente para realizar una imputación.

Cuando los niños van a Barnahus y ven todos los dibujos colgados en sus paredes se dan cuenta de que no están solos. Actualmente, este modelo que nació en Islandia en 1998, ya se aplica en Estados Unidos y el norte de Europa.