A partir del testimonio de más de un centenar de víctimas de abuso sexual infantil de mano de un cura católico, la Red de Sobrevivientes de Abuso Eclesiástico de Argentina elaboró una guía con 8 puntos comunes sobre la manera usada por los sacerdotes pedófilos para abordar y actuar con niños y adolescentes, para someterlos y agredirlos sexualmente.
Protocolo de actuación para las víctimas de abuso
Esta guía fue compartida por la organización ante la víspera del juicio del escandaloso caso en contra de los sacerdotes católicos acusados de abusar sexualmente de alumnos con deficiencia auditiva del Instituto Antonio Provolo, en la localidad de Luján del Cuyo, en Mendoza, Argentina.
La guía comprende 8 puntos que resumen el testimonio de centenares de víctimas que coinciden en este marco de actuación para someterlos:
- Utilizan una fina manipulación emocional, cosificando, humillando, aislando a las víctimas de su entorno afectivo, ya sea familia, amigos, compañeros o parejas.
- En muchos de los relatos, las víctimas pidieron ayuda a algún miembro de la parroquia o congregación, en su mayoría profesionales o autoridades de la iglesia, sin conseguir una validación de su relato. Recibieron como respuesta que atravesaban una crisis de fe o de vocación. Además, fueron enviados a retiros, invitados a rezar o aislarse como un castigo. El acallarlos y no escucharlos aumentó el daño psicológico.
- Los abusadores eligen a sus víctimas, ejercen un poder irrestricto sobre ellas y son conscientes de lo que hacen. Hay una planificación en el abuso y lo verbalizan, diciendo a sus víctimas que son seres privilegiados al contar con la atención del cura. Los religiosos o las religiosas hacen creer a los niños que son sus amigos, padre, madre, mentor/a o cualquier otra referencia que identifique un rol de confianza. Detectan su vulnerabilidad para lograr volverlos más frágiles y tener un poder absoluto sobre ellos. Pueden utilizar la modalidad premio/castigo, como también ordenar prácticas abusivas que impliquen la mortificación y el castigo corporal.
- En la mayoría de los casos, los abusadores sostienen que fueron provocados o que dieron su consentimiento para tener el acto sexual. Al existir una relación de poder, no puede existir el consentimiento, porque está implícita la manipulación, la coacción o la reducción a servidumbre del menor, lo que anula su voluntad o discernimiento, se convierte en tortura física y psicológica, ya que se usa la fe como medio para lograr el sometimiento.
- Logran arrasar la subjetividad, el cuerpo y la sexualidad. Los sobrevivientes de hoy en día relataron que el secreto de confesión fue utilizado como herramienta para obtener información estratégica.
- Extienden la estafa de la confianza a la familia entera. Los abusadores en múltiples oportunidades comparten la intimidad de sus víctimas -sus mesas, sus fiestas familiares- mientras abusan de ellas, humillándolas y silenciándolas más.
- Cuando se está sometido a esa clase de poder, la vigencia se mantiene en el tiempo de la víctima, aunque haya perdido contacto con el abusador. Esto puede causar efectos tales como adicciones, trastornos de la alimentación, del sueño, depresión, suicidios e intentos de suicidio, entre otros.
- La persona victimizada puede haber escrito cartas a su abusador, al estar inmerso en el contexto descrito anteriormente. Aunque las cartas tengan un tono cariñoso, evidencian el grado de sometimiento y manipulación que los victimarios ejercen sobre ellos, muy difícil de ver o advertir por los adultos, ya que -en la mayoría de los casos- la violencia física no está presente.
Caso Provolo
La guía compartida por la Red ante el caso Provolo es un manual que ayuda a identificar cuándo puede estar sucediendo un caso de abuso, mostrando las señales y explicando cómo hacer correctivos.
Este caso se considera uno de los más escabrosos que involucra a la iglesia católica, en el que se acusa a dos sacerdotes por haber abusado de más de 20 niños y adolescentes bajo su cuidado durante el tiempo que dirigieron el internado para sordos, cuya discapacidad les impedía contar lo que sucedía.
El principal acusado, Nicola Corradi, ya había sido culpado de cometer abusos en el Instituto central ubicado en Verona, Italia, pero luego fue trasladarlo a Argentina.
Las víctimas sostienen que hubo encubrimiento por parte de la iglesia católica, porque ya sabía que Corradi era un pedófilo pero igual lo pusieron a cargo de niñas y niños sordos en Argentina.