10 efectos del maltrato infantil

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Una guía para padres y madres reflexiona sobre las consecuencias negativas de maltratar a los niños, niñas y adolescentes.

¿Por qué vivimos en una sociedad tan violenta? Esta es una pregunta que muchos hacen y cuya respuesta está más cerca de lo que pensamos. El origen de la violencia muchas veces se da en la casa. Muchos padres y madres entienden que «unos cintarazos o una palmadita son necesarios para educar a los hijos».

La legitimación de la cultura de la violencia mueve a las organizaciones de defensa de los derechos de niñez y adolescencia a insistir de que es posible criar a los hijos sin recurrir a los castigos físicos y psicológicos. «Guía para prevenir el maltrato infantil en el ámbito familiar» es el nombre del material para padres y madres que lanzó recientemente Unicef Paraguay.

En Paraguay, 6 de cada diez niños son víctimas de maltrato. En una encuesta a madres y padres realizada por Unicef en 2010 registra que las palabras utilizadas por ellos al momento de corregir a sus hijos o hijas: «estúpido/a de mierda, bobo/a, tavy, tavyrón, inútil,arruinado/a, no servís para nada, ridículo/a, imbécil y tonto/a».

Las consecuencias físicas, psicológicas y sociales más frecuentes del castigo físico y las humillaciones verbales en los hijos e hijas son:

1- Trastornos en la identidad: Los niños, niñas y adolescentes golpeados pueden tener una mala imagen de sí mismos. Pueden creer que son malos y por eso sus padres los castigan físicamente. A veces, como modo de defenderse, los niños y niñas desarrollan la creencia de que son fuertes y todopoderosos, capaces de vencer a sus padres y otros adultos.

2-Baja autoestima: Los niños, niñas y adolescentes a menudo pueden experimentar sentimientos de inferioridad e incapacidad. También pueden mostrar comportamientos tímidos y miedosos o, por el contrario, mostrarse hiperactivos buscando llamar la atención de los demás.

3- Sentimientos de soledad y abandono: Los niños, niñas y adolescentes pueden sentirse aislados y poco queridos.

4-Ansiedad, angustia, depresión: Los niños, niñas y adolescentes pueden experimentar miedo y ansiedad desencadenados por la presencia de un adulto que se muestre agresivo o autoritario. Algunos niños, niñas y adolescentes desarrollan lentamente sentimientos de angustia, depresión y comportamientos autodestructivos como automutilación.

5-Síntomas de Síndrome de Estrés Postraumático: Los niños, niñas y adolescentes que han sufrido violencia grave, pueden experimentar sentimientos de que el evento violento está sucediendo nuevamente (flash back), tener dificultades para dormir, pesadillas, explosiones de ira, sentimientos de preocupación, culpa o tristeza, pérdida de interés por las diversiones, incapacidad para recordar la secuencia del hecho, dificultades para respirar y/o sudoración cada vez que recuerden lo sucedido.

6-Alteraciones en el proceso de aprendizaje: Los niños, niñas y adolescentes pueden padecer alteraciones en factores que inciden en el aprendizaje como la motivación, la atención, la concentración y la memoria.

7- Exclusión del diálogo y la reflexión: La violencia bloquea y dificulta la capacidad para encontrar modos alternativos de resolver conflictos de forma pacífica y dialogada.

8-Generación de más violencia: Los niños, niñas y adolescentes pueden aprender que la violencia es un modelo adecuado para resolver los problemas.

9- Sufrir daños físicos incluso la muerte: Los bebés y los lactantes tienen menos posibilidades de defenderse frente a este riesgo vital.

10-Síndrome del bebé sacudido o Shaken Baby Sidrome (SBS). Para el bebé menor de dos años el peso de su cabeza corresponde a un 10% de su peso total y por la hipotonía de los músculos del cuello no puede afirmar bien su cabeza. Cuando un adulto sacude a un bebé, la cabeza se mueve de tal manera que se provocan importantes choques de la masa encefálica contra la pared craneana. Esto puede producir lesiones de la masa cerebral.

Existen más de 150 estudios que vinculan el castigo físico con secuelas negativas para la vida del niño o la niña. La pregunta que todo padre y toda madre debe hacerse es: ¿Qué futuro le estoy dando a mi hijo o hija con lo que hoy le ofrezco?

Fuente: Paraguay

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