Violencia y maltrato infantil en Uruguay, la otra cara de un país en desarrollo

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  • La ONU denuncia la gravedad del trato recibido por los menores en el país
  • Detenciones de hasta 23 horas y discriminación a pobres y afroamericanos, entre otros
  • El 59% de las víctimas de maltrato a menores son niños con menos de 5 años
  • En el área metropolitana, el 83% de los hogares denuncia alguna forma de violencia infantil

El maltrato infantil crece en Uruguay. La deserción escolar aumenta. Los índices de repetición no se corresponden con la realidad del aula. La violencia se ha instalado en la relación precaria de la Policía y los menores de edad.

En las zonas de contexto crítico el trato es francamente inhumano desde la autoridad hacia los chicos. Todas estas aseveraciones podrían pertenecer sin sorprender a un país en situación de conflicto o extrema pobreza, sin embargo corresponden a Uruguay.

Una delegación internacional de ONU comprobó y denunció la gravedad en el trato hacia los menores de edad en todo el país, y lo expuso ante las autoridades competentes de aquellos organismos que se vinculan a la minoridad. Mientras aguardan respuestas desde los responsables, los niños sufren violencia. Si son negros, si son pobres, si viven en un barrio periférico, si son niños.

El asunto tomó notoriedad pública a partir de la presencia de la Comisión de Derechos del Niño de Naciones Unidas en Montevideo, poniendo en contexto los datos recogidos durante todo el año 2014. El tirón de orejas se lo lleva por estas horas una delegación uruguaya compuesta por representantes de distintas organizaciones responsables del trabajo con los menores, que no solamente debe responder preguntas sino tratar de crear soluciones acordes al problema. De acuerdo al diario ‘El País de Montevideo’, las fuertes críticas surgieron hacia el trato que reciben niños y adolescentes en todo el territorio nacional.

Detenciones de hasta 23 horas por parte de la Policía, violencia en los barrios periféricos, discriminación hacia los niños pobres, hacia los afrodescendientes y hacia aquellos que padecen discapacidad, machismo, violencia de género, acoso sexual, posibilidad de matrimonio a los 16 años de edad. Los asuntos están plenamente identificados, y sobre los mismos debe responder la representación uruguaya compuesta por el Ministerio de Relaciones Exteriores, Salud Pública, Trabajo, Desarrollo Social, el Parlamento y los institutos de la niñez.

El cuestionamiento

Jorge Cardona es relator de la Comisión de la ONU y señaló aspectos demasiado graves como para soslayar. «Puede estar un niño 23 horas detenido, sin que se haya comunicado a un juez. Quiero que me aclaren esto. No hay muchas denuncias hacia la Policía, es cierto, pero cuando se tiene miedo es difícil denunciar. El camino es muy duro para denunciar, y cabe la posibilidad de represalias. Vemos que los niños pobres se encuentran en debilidad, por ejemplo, si uno ve los índices de aprobación de secundaria (…) Hay discriminación que se ejerce a los niños que viven en el interior del país…», subrayó el experto citado por el diario montevideano.

Uruguay es un país con índices macro que le ponen en situación paralela a naciones desarrolladas del primer mundo. Sin embargo, la pobreza extrema y la discriminación continúan latiendo. Zonas de contexto crítico, pequeños poblados del interior, barrios marginales de las ciudades, son área de cultivo para estos dramas que en forma cotidiana coexisten junto a los índices de crecimiento.

Al mismo tiempo que se logra la mayor conectividad a internet, la salud pública carece de recursos para una correcta atención de parturientas en hospitales del interior. Y muchas madres murieron así durante el 2014, sin atención médica. Mientras el país goza de la democracia más plena de América Latina, se suman cada año miles y miles de tarjetas de asistencia alimentaria en el apoyo del Ministerio de Desarrollo Social hacia los hogares con carestía. En el país que se vanagloria de una menor brecha social se disfruta del descenso de la mortalidad infantil, pero se sufre el racismo y el machismo en todos los niveles.

Entonces Cardona, que llega desde el exterior, observa los datos y pregunta. «Queremos saber sobre determinados hechos sucedidos en algunas instituciones, sobre violencia sexual contra algunas niñas, que pasaron 16 años y todavía se sigue investigando; se ha separado a personal pero siguen trabajando en los servicios. Y yo les pregunto: ¿qué están haciendo para acelerar las investigaciones? Para un niño el tiempo no corre igual que para un adulto».

El maltrato infantil en Uruguay tiene sus datos, y sus números hablan tanto como las palabras. El 59% de las víctimas son niños menores de 5 años, según un estudio académico. En su mayoría son objeto de violencia física por parte del padre sustituto. Aumenta el número de víctimas de maltrato infantil que ingresan al Hospital Pereira Rossell, en Montevideo. El crecimiento ha sido exponencial desde el 2002 al 2008, y aumenta. De esos niños que fueron atendidos en el mayor hospital pediátrico del Uruguay, el 61% fue objeto de maltrato físico, el 35% de abuso sexual y el 4% de ambos.

El drama continúa. El Ministerio de Desarrollo Social dio cuenta de un informe -sobre 1100 encuestas del área metropolitana de Montevideo- en que se constata que el 83% reportó alguna forma de violencia psicológica o física contra un niño de su hogar. Son hogares donde también hubo alguna forma de castigo físico contra el niño, y donde un 15% reconoció haberle aplicado fuertes castigos corporales. Es violencia psicológica y es violencia física, y es maltrato físico severo. Las formas varían pero las víctimas no: siempre son los niños.

Cero en educación

Pero el castigo no lo es todo. También la educación pública está en el debe ante los menores de edad. Pruebas realizadas a alumnos de 6° en matemáticas, ciencia y lenguas arrojaron resultados calamitosos. El 56% de los estudiantes quedaron en el nivel uno y menos uno en matemáticas y ciencia, es decir que no llegan al nivel de competencia. En lengua, el 45% está en esa situación de umbral mínimo. Daniel Corbo, representante de la oposición en el Consejo de Educación, denunció que mientras descienden los niveles de repetición los alumnos sepan menos. «No puede ser que cada vez sepan menos y cada vez pasen más», señalándolo como otra forma de violencia hacia los niños del Uruguay.

Fuente: El Mundo

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